lunes, 6 de abril de 2020

LOS ESCAPADOS


ESCENAS DE LA OBRA "LOS ESCAPADOS"
DE EVELIO ROSERO














CULTURAS PRECOLOMBINAS


EL CONEJO DE LA LUNA



De un lugar muy raro,
un día un Dios bajó.
haciéndose humano,
hambriento y desolado.

Vagó por mucho tiempo,
se perdió en el desierto;
encontró un conejo:
ya se sentía viejo.

-¿Qué haces? Dijo el hombre.
-Busco pasto, tengo hambre.
-Te veo cansado, habló el conejo.
-No es nada, no como desde hace mucho tiempo.

-Tranquilo, amigo mío,
te comparto de mi pasto.
-Mejor ven conmigo,
en la luna dejarás rastro.

El dios lo alzó muy arriba,
colocó su silueta en la luna;
Así mirará desde tierra
el conejo a su yerba.

Mariajosé Gómez
María Alejandra Mogollón
Juan Daniel Lozano Salas


EL VASO



Magia que brota del monte,
esa que solo sale en el horizonte
un vaso para conseguir la inmortalidad
sin necesidad de hacer un ritual.

El primero que bebió en él
muchas tierras conquistó,
la inmortalidad alcanzó;
se convirtió en el gran vencedor.

Luego, aquel hombre desapareció
y ningún rastró dejó;
nadie supo lo que sucedió.

Ese ser extraño escondió el vaso,
no dejó huellas de su paso;
hoy en día, es tan solo un recuerdo en el ocaso.


Juan David Diaz Guerrero
Jossep Camargo Sanabria
Luis Felipe Cabreras Corredor


GRAN SOL


Brilla, brilla, el dios sol
mostrando su esplendor
sobre la tierra de los Mayas.

Resalta su fulgor,
su majestuosidad, el Dios sol,
es tan bello como una flor.

Es creador de lo que vemos,
nos da lo que comemos;
necesitamos la luz
que alumbre nuestros terrenos.

Oh hermoso dios
 te agradezco por los rayos
que alumbran nuestra mirada.

Gracias por la sabiduría
que abre nuestra mente
y nos llena de alegría
para un buen presente.
Danna Valeria Lázaro Jaimes
Sarita Lozano Ramírez
Santiago Rodríguez Sabala
Andrés David García Hernández 



KINICH AHAU


Oh, mi dios sol,
esposo de la luna,
soluciona mis problemas
e ilumíname en la lucha.

Eres mi ser supremo,
el que bendice mis tierras,
quien alumbra mi camino
y me protege en las guerras.

A ti mis sacrificios,
a ti mis alabanzas,
a ti mis cantos
y a ti mis danzas.

Por ti yo lo doy todo
para que nunca me faltes;
te admiro inmensamente
y nunca dejaré de adorarte.

Jose Ángel Gómez Carrizales
Álvaro Andrés Niño Afanador
María Isabela Parada Sanabria


LA CIUDAD DE PIEDRA



Oh gran Machu Picchu
de hermosas praderas,
deslumbras al mundo con tu belleza.

Ciudad hecha en roca,
de preciosos colores,
gracias por todas tus perfecciones.

Montes y valles maravillosos,
bajo tus muros disfruto con gozo
arquitectura impecable
y construcciones irreprochables.

En magna tranquilidad
me divierto en tus tierras,
mientras observo tal excelencia…
majestuosa estructura en piedra.


       Santiago Ardila Lagos        
                                                                                                                                                                 Diego Andrés Cala Figueredo                                                                               Juan Camilo Florián Sánchez       


DIOSES MAYAS


Dios que representa el todo y la nada,
dualidad para muchos equivocada;
ellos adoran el sol
donde creen está su morada.


Dios de donde provienen todas las cosas,
incluyendo las más poderosas,
así como otros dioses
que enriquecen su cultura hermosa.


Los Mayas con su cultura idealista
catalogados como politeístas,
su vida gira en torno a sus creencias
y sus múltiples dioses hasta para la ciencia.


Dios del sol y de la sabiduría,
Señor del cielo y de la luz del día
rige el mundo con alegría
y guía los pasos del día a día.
  
Darío José Rincón Castro
Tatiana Ulloa Delgado
Jesús Villegas Reyes




DIOSA TOTÉMICA


¡Oh! Hermosa madre tierra,
sublime diosa totémica,
exuberante e indómita
son tus paisajes y senderos.

Eres nuestro sustento
por eso te adoramos y queremos;
con furia y fervor te protegemos;
Somos tus hijos queridos
 y a ti siempre volveremos.

¿Qué sería de nosotros sin ti?
¿Cómo sobreviviríamos sin tus frutos?
Por eso cuando te hieren
 el mundo debería estar de luto.
Este poema te lo dedico a ti, ya que conservarte será mi mayor reto.


María Camila Durán Peña
Anamaría Afanador Durán
Silvia Alejandra Espíndola
Santiago Mesa Vesga









viernes, 7 de junio de 2019

Relato de un día normal


Relato de un Día Normal



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            El estruendoso ruido de la alarma le perforó los oídos, abriéndose paso por su cerebro y despertándole del trance en que se encontraba. Eran las cuatro y media, la misma hora de siempre, a la cual se despertaba todos los días, y es que no había razón para que no lo fueran, era un día normal.
            Se levantó y empezó con su rutina: Tomó una ducha, se cepilló los dientes, se arregló y bebió su chocolate; entonces salió. El frío de la mañana era casi imperceptible para él, pues lo había experimentado toda su vida, más bien le habría resultado raro si esa mañana no hacía frío.
            Las nubladas calles de la ciudad estaban tan abarrotadas como siempre, llenas de gente que iban a trabajar o estudiar, como todas las mañanas, todos vestidos con sus abrigos monocromáticos, caminando rápidamente, sin voltearse o decir una palabra, simplemente andaban. Si se tuviera una vista aérea de la calle, a uno le parecerían más un grupo de hormigas, caminando de aquí para allá, como cuando a alguien se le olvida un terrón de azúcar en la cocina.
            Él caminaba por su ruta habitual, apurándose por no llegar tarde al trabajo. Ya iba pasando por la plaza centras, donde quedaba el edificio en el que trabajaba, cuando de repente notó algo inusual, pues una buena cantidad de personas se había agrupado alrededor del centro del parque, cosa que nunca había visto. Tuvo el impulso de acercarse y conocer la situación; se podría decir que surgió dentro de él una curiosidad que nunca antes había experimentado.
            La gente se aglomeraba alrededor de un hombre que contrastaba con el resto del mundo, pues el amarillo de sus ropas le hacía destacar entre la gris multitud. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo escuchar su enérgica voz, dando un discurso que no parecía haber empezado hace mucho.
            El hombre hablaba con cierta tensión, pero decidido; sacudiendo los callejones adyacentes con el eco de sus palabras. Sin embargo, la gente parecía no prestarle atención a lo que salía de su boca, solo miraban, asombrados, tal vez incluso un poco aterrados de su presencia, pues rompía completamente con su rutina diaria.
            No obstante, había alguien que sí le escuchaba. Él, no podía decir que entendiera de qué estaba hablando, más de la mitad de lo que decía no le resultaba más que un balbuceo incongruente, más encontraba fascinación en su mismo ser, en ese desencaje del resto, no podía dejar de asombrarse delante de tal escena.
            Pero de repente, antes de que el orador terminara otra frase, se oyó un fuerte estruendo, y antes de que se diera cuenta, estaba en el suelo, sangrando. Alguien había recogido una piedra y se la había arrojado. Lo que siguió fue una visión que el hombre nunca podría borrar de su memoria: adultos, jóvenes, hombres y mujeres, todos empezaron a lanzarle todo aquello que tuvieran a la mano. Asustado, se largó de allí rápidamente, y se escabulló en su oficina. Agitado, respiró hondo, y tratando de enfocarse en algo distinto, empezó a hacer su trabajo, pero no podía, su mente se nublaba, lo que acababa de pasar no se le quitaba de la cabeza, su día normal había sido interrumpido por un huracán de sentimientos encontrados por el show que había presenciado en la plaza.
            Miró por la ventanilla que daba a la calle y pudo ver que ya no había nadie en el lugar. Un cadáver era todo lo que quedaba de tan horrible escena, sus ropas bañadas en sangre contrastaban incluso al pasar a mejor vida, mas la gente simplemente lo ignoraba, como esperando que con el tiempo se borrara, pues no querían que sus días normales fueran disturbados de nuevo.
            Entonces, se fue sin ni siquiera terminar su labor del día, escapó y se fue corriendo a su casa, de repente no se sentía igual, algo había cambiado, sus ojos percibían el mundo de otra manera, todo parecía tan fútil, tan monótono…
            Entró y se dejó caer en su colchón, con la cabeza tan hinchada de pensamientos que sentía que le iba  a estallar, deseando que tal vez mañana fuera un día normal.


                                                                                                 Autor:  Santiago Andrés León Higuera