UNA LECCIÓN EN SANTA CRUZ
Hans impecable en su vestir con infaltable chaleco
negro reto a Héctor a una carrera por la vía hacia las 3 cruces el mirador más alto,
como la subida que los antiguos abuelos llamaban “el infinito’’. Héctor sin bacilar acepto pero pregunto cuál sería
el premio, porque mentalmente pensaba ganarse un poco de dinero extra para
poder regalarle a su mama los medicamentos que necesita para sus dolores de
cabeza que sufría. Hans pensó solo quería humillar delante de todos y le dijo:
el ganador se quedara con la bicicleta del perdedor. Héctor pensativo se imaginó
vendiendo la bicicleta de Hans a un buen precio.
Ambos montaron sus bicicletas y partieron a gran
velocidad después de que todos los allí presentes les dieron la salida; la competencia estaba
muy reñida donde Hans sacando provecho de los cambios que ofrecía su bicicleta
era el más opcionado a ganar, mientras que Héctor regulaba sus fuerzas pidiéndole a Dios que no
le dejara perder su bicicleta con la cual trabajaba diariamente; poco a poco
Hans se fue debilitando y aunque su bicicleta era más liviana, llego al punto
de que no podía pedalear en ‘’el infinito’’ ultima parte de la carrera; Héctor
por su parte alcanzo y paso de largo a Hans en una bicicleta ordinaria, vieja y
pesada. Héctor gano la competencia y a la media hora llego Hans; este bajo
tristemente de su bicicleta y se la entregó a Héctor. Héctor sonriente le dijo
a Hans: No te recibiré tu bicicleta por que me he dado cuenta que ahora la mía
vale más que la tuya, aparte de hacerme ganar competencias, me ayuda a llevar
el sustento a mi casa con mi trabajo – Hans sorprendido le dijo que nunca nadie
le había hecho entender el valor del respeto y la perseverancia para salir
adelante sin tener que pasar por encima de las personas. Desde ese momento Hans
y Héctor se volvieron muy buenos amigos.
Autor: Julián Camilo Téllez
H.
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